"El médico no debe temer manchar su bata": los estudiantes de medicina aprueban su examen principal

Durante un mes he estado trabajando en el Hospital Clínico de Moscú No. 52 en la unidad de cuidados intensivos y reanimación , en el centro  de membrana extracorporal de oxigenación ECMO. Aquí, durante mucho tiempo, los pacientes están en estado muy grave, literalmente recuperan sus pulmones por partes y luchan por sus vidas. Algunos pacientes son transferidos a otros departamentos porque se están recuperando y pueden respirar solos. Algunos permanecen ingresados por 2 meses sin cambios significativos. Otros fallecen.

Al principio observaba cómo trabajaban las enfermeras, luego cumplía tareas encomendadas, luego me asignaron a trabajar de forma independiente en el box. Y en este primer turno independiente, me trajeron un joven en estado muy grave al box. Tuvo un shock séptico. El alboroto comenzó, los médicos y yo no dormimos en toda la noche. En cierto momento, su presión arterial comenzó a caer rápidamente. El doctor dice: "¡Adrenalina!" ¡Y de inmediato saco una jeringa, y mientras tanto, el médico dicta 80 con cuenta regresiva ! ... 70 ... 60 ... 50 ! ... al amanecer su estado se estabilizó. Todos exhalamos cansados ​​y nos alegramos. Después de 3 días, reemplacé e inmediatamente fui a ver al joven. Lamentablemente, habñia fallecido

Ahora a todos los estudiantes son enviados a práctica laboral. Creo que esta es una gran oportunidad para ganar experiencia y realmente aprender algo. Además, uno se puede mudar a un albergue, y la práctica es pagada. Yo no me mudé al albergue, ya que desde la casa es más rápido para llegar al hospital, y mi hermana pequeña y yo vivimos juntas. Ella trabaja en el Hospital Clínico de Moscù No. 52 como voluntaria.

Estoy haciendo la práctica en Kommunarka. Estoy en la "zona roja" durante 12 horas o más. Después de haber trabajado durante casi un mes en la unidad de cuidados intensivos, puedo decir con confianza que esta fue mi mejor decisión, lo que me ayuda a forjarme mi camino hacia el crecimiento profesional. Esta es exactamente la oportunidad donde, en presencia de ambición y deseo, uno puede aprender a llevar la teoría a la práctica. Y como todos saben: una teoría sin práctica es muerta, la práctica sin la teoría es ciega. Por lo tanto, todos los días, cuando cambio de una zona "limpia" a una "sucia", sé que de día en dìa me convierto en una nueva versión de sí mismo. Al estar en la unidad de cuidados intensivos estrictamente a las 8:00 de la mañana, comenzamos revisando las hojas de prescripciones médicas, luego revisamos a los médicos junto con el jefe de departamento, después de lo cual también procedemos a nuestras tareas principales de cuidar a los pacientes, monitoreando continuamente los monitores de soporte vital. Estar en la unidad de cuidados intensivos no da tanto miedo, porque sabes que los anestesiólogos-reanimadores que lo están tratando están detrás de tu espalda, y siempre se puede recurrir a ellos para obtener ayuda y hacer preguntas. Y en caso de emergencia: hay un anestesista-reanimador de primera categoría, que también es el jefe del departamento de reanimaciòn y cuidados intensivos UCI-3, quien, a pesar incluso del final del turno de trabajo, se retrasa periódicamente para controlar la situación. Me alegra haber tenido la oportunidad de ser útil no solo para los empleados del Hospital Clínico de Moscù No. 40, sino también para pacientes gravemente enfermos. En la imagen compleja de la existencia humana, uno de los elementos centrales de la cual es la enfermedad, existe una gran oportunidad para estudiar no solo el cuerpo, sino también la personalidad. Hay un inconveniente grave en la historia de la enfermedad. Y es que no informa nada sobre la persona y su historia, sobre la experiencia interna de la persona que enfrenta la enfermedad y está luchando por sobrevivir.

Estoy pasando la práctica laboral en el Hospital Clínico de Moscú N°15 que lleva el nombre de O.M. Filatov. La decisión de ir a trabajar a la "zona roja" la tomé de inmediato, sin duda fue una decisión correcta.

Nuestra universidad proporcionó alojamiento para el aislamiento mientras trabajaba con COVID-19; pero me quedé en casa, ya que la familia decidió mudarse temporalmente a la casa de campo.

La experiencia que obtengo en cada turno en nuestro departamento №4 (el antiguo segundo departamento oftálmico) es invaluable. Recuerdo que en el primer turno fue difícil acostumbrarse al traje, al respirador y gafas que se empañaban a cada hora, pero la adaptación del cuerpo es algo interesante y dejas de notar las molestias después de cierto tiempo.

Me gustaría señalar que en el Hospital Clínico de Moscú  No. 15 espectacularmente organizaron los lugares de descanso en la "zona verde": siempre hay algo para comer, muchos lugares para descansar cómodamente en sofás y los voluntarios y representantes de la administración son muy receptivos.

Tenemos pacientes de diversa gravedad que vienen a nuestro departamento, pero nos complace que el 98% de los ingresos se les da de alta, lo que significa que estamos haciendo todo bien, ayudando y cuidando a los pacientes con esta dolencia tan difícil.

Siempre soñé con detener la epidemia junto a los “Médicos sin Fronteras”. Trabajar con el COVID-19 fue un verdadero desafío para mí. Hace un año, como estudiante de tercer año, pasé el examen y fui a trabajar en cirugía purulenta, donde pasè la escuela de la vida de una enfermera, sacando pacientes con paro cardíaco, deteniendo el sangrado después de las intervenciones quirúrgicas. Todos los fines de semana iba con la enfermera de tratamiento y aprender a hacer las punciones venosas. Gracias a estas habilidades, me he convertido en un valioso especialista en Kommunarka, me solicitan en cualquier caso difícil. Por supuesto, esto es difícil; pero me alegro de estar en estas filas. Trabajo en 2 hospitales con dos honorarios, ambos con COVID-19

(NB  trabaja oficialmente en el Hospital Clínico de Moscú No. 17, y pluriempleado en Kommunarka).

Soy voluntario. Como futuro médico, considero indigno mantenerme ajeno a los tiempos difíciles que pasa el país. Yo y algunos de mis compañeros de clase estamos ayudando a los médicos en la "zona roja" en el Hospital Clínico de Moscú No. 7 que lleva el nombre Yudin. Durante el turno, observo a los pacientes, realizo manipulaciones de procedimientos y monitorizo ​​los parámetros bioquímicos y ayudo a supervisar a los pacientes. Si es necesario, ayudo al personal médico junior. Trabajamos de 7:15 a 20:00. También me gustaría agradecer al subdirector del instituto Zurab Sulikoevich por la asistencia y la organización operativa de nuestro alojamiento separado en el albergue para aquellos que trabajamos con COVID-19. Entiendo claramente y entiendo el alto riesgo de infección; pero espero que mi trabajo sea útil y necesario para las personas ya infectadas. 

Estoy con mis amigos en la "zona roja" del Hospital Clínico de Moscú  No. 7 que lleva el nombre de Yudin, estación de metro Kolomenskaya. Todos los días participamos en el proceso laboral, organizamos el horario nosotros mismos, por supuesto, acordando con la gerencia del departamento. Trabajamos, por regla general, de 7:15 a 20:00. Los pacientes en el departamento son de diferentes edades y diversos grados de gravedad. A veces es sorprendente cómo los jóvenes ingresan al departamento con patología concomitante; todos ellos necesitan cuidados intensivos hasta la ventilación mecànica.    

En los primeros días del autoaislamiento, todos nos fuimos a casa y salimos de los albergues. ¡Mi hermano y yo volamos a casa a Grozny, y no me arrepiento ni por un segundo de haber regresado de la República por tal cosa! Ambos pasamos las pruebas del COVID-19 antes de salir de la casa. Después de recibir los resultados negativos, llegamos a Moscú, donde el subdirector del instituto médico Zurab Sulikoevich ayudó a organizar nuestra estadía en un bloque separado de dormitorios, en el que se encuentran los estudiantes que trabajan exclusivamente con COVID-19. Hoy, me siento parte de este equipo que está haciendo esfuerzos increíbles para combatir la pandemia.

Inicialmente, trabajé como enfermero en el Hospital Clínico Central de Moscú de la Academia de Ciencias de Rusia, y nuestro hospital fue reestructurado para el COVID-19. Realizo todos los deberes de una enfermera de guardia y de procedimiento (sueros, inyecciones, píldoras, control del paciente, hago análisis). Trabajamos durante 12 horas: de 9 a 21; pero debido al hecho de que se necesita equiparse, entregar el turno, y de acuerdo con todos los estándares, quítarse el equipamento; resulta que se debe de venir antes y partir más tarde. El trabajo con pacientes es el mismo que antes; pero es complicado debido al equipamento y al monitoreo más cuidadoso del estado de cada paciente. Creo que es necesario hacer todos los esfuerzos posibles para detener la pandemia. El miedo a la contaminación es evidente; pero nuestro hospital monitorea la salud de cada empleado (de vez en cuando se toman frotis, se toma sangre y hay un plan de acción para posibles alteraciones).

Trabajo en el Hospital Clínico de la Oficina del Presidente de la Federación de Rusia. Desde principios de abril, nuestro hospital fue rápidamente reestructurado para recibir pacientes con la nueva infección por coronavirus. Yo trabajo en el departamento endoscópico. Mucho trabajo; pero respondemos rápidamente a cada desafío. Debido a las circunstancias y mi propio deseo, me transfirieron a asalariado, lo cual me alegro. Para nuestro departamento, no cambiaron la estructura de las guardias y dejaron los turnos 24 horas cada tres días. No hay miedo; pero estoy completamente  seguro de que he elegido el camino correcto en la vida y en el quinto año de estudio puedes ayudar a tus colegas mayores en esta tarea difícil.